domingo, 29 de julio de 2012

Columna de Historia de la Música nº 17





Hoy les presentamos a G.F. Haendel (1685-1759), un nombre imprescindible en la Historia de la Música...



Además de rescatar autores y obras muchas veces desconocidas o poco frecuentadas  por el gran público, uno de los objetivos manifiestos de este espacio que hemos generado en Muy Bueno el Programa es el de mostrar los aspectos menos difundidos de los grandes nombres e incluso de las obras maestras de la Historia. Este es el caso con G. F Haendel, el compositor habitualmente nombrado junto a Bach como uno de los pilares fundamentales del Barroco, período que a grandes rasgos se extiende desde comienzos del siglo XVII hasta mediados del XVIII. De origen alemán, la carrera de Haendel se desarrolla casi en su totalidad fuera de su país natal y en particular en Inglaterra, país que lo adopta como uno de sus músicos más destacados. De la grandeza de la melodía haendeliana damos cuenta en nuestra columna con dos números de una de las obras más famosas de la música occidental : El Mesías. Esta obra, claro está, es mucho más que su archiconocido Aleluya, esa melodía cuya fama se ha venido transmitiendo de generación en generación de manera ininterrumpida desde sus primeras interpretaciones. En esta ocasión hemos tenido el gusto de presentar una conmovedora aria para contralto (para los que desconocen el término, un aria es algo así como una canción) cuyo texto transcribimos a continuación :

¿Pero quién puede soportar
el día de su venida?
¿Y quién será capaz de estar en pie
cuando Él aparezca?
Porque él es como el fuego del refinador.





Un oratorio es, básicamente, una obra para voces e instrumentos similar en muchos sentidos a una ópera, pero cuya narración de una historia no es puesta en escena. Junto con los inmortales oratorios de Bach, el Mesías es una de las cimas indiscutibles de este género. Es digno de mención el hecho de que una obra  como esta  fuera compuesta en tan solo 24 días, práctica habitual para un hombre que luego de terminar con tamaña tarea, apenas pudo esperar una semana para comenzar a trabajar en otro de sus oratorios. Si bien Haendel es conocido por haber tomado frecuentemente en préstamo material tanto propio como ajeno (lo cual, por otro lado,  era habitual en aquella época), la calidad que imprimió a todo aquello que cayó en sus manos es digna de gran admiración. En este sentido, podemos poner como ejemplo el sublime coro que presentamos en nuestra columna, un producto del reciclaje haendeliano del material propio que alcanza, a nuestro juicio, una de las cumbres de la expresividad de su tiempo :
                  
Y él purificará a los hijos de Leví,
para que ellos puedan ofrecer al Señor
ofrenda en justicia.







Como siempre, esperamos que disfruten del material que les traemos domingo a domingo. ¡Hasta la próxima! 
















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