domingo, 1 de julio de 2012

Columna de Historia de la Música nº 13






Hoy les presentamos a Marc-Antoine Charpentier (ca. 1635-43  -  1704), un extraordinario compositor del barroco francés cuya fama, tanto en vida como póstuma,  quedó durante largo tiempo eclipsada por la figura de un poderoso rival...



La carrera de Charpentier en la segunda mitad del siglo XVII se vio sin dudas opacada por el accionar malicioso de quien fue, justo es decirlo, un importante e innovador compositor de la corte real de Luis XIV : Jean Baptiste Lully (1632-1687). Los favores prodigados por el monarca, cuyas ansías de poder y gloria lo llevaron a ejercer un control meticuloso sobre las artes y la cultura vernácula en general, llegaron al extremo de conceder a Lully el monopolio de la producción de óperas en Francia hasta su muerte. Afortunadamente, Charpentier trabajó durante largo tiempo al servicio de la duquesa de Guise (viviendo durante 17 años como cortesano en un apartamento de su vasta residencia) y compuso asiduamente para Isabelle de Orleans, dos patronas que  jugaron un rol fundamental a la hora de saltarse las restricciones impuestas por el déspota musical. Ambas fomentaron la ejecución de las óperas de cámara de Charpentier, de las cuales “Les Arts Florissants”, la obra de la cual extrajimos dos números para que escuchen en nuestra columna del día de hoy, representa un brillante ejemplo. Además, ambas lograron ejercer la suficiente presión para que Charpentier colaborara musicalmente con el gran dramaturgo francés Molière, luego de que este rompiera relaciones con Lully.
Si bien el patronazgo directo de Luis XIV se mostró reiteradamente esquivo, Charpentier se mantuvo siempre firme y prolífico allí donde le tocó trabajar. El patronazgo ya mencionado del ducado de Guise, las comisiones del hijo del rey, su trabajo para los Jesuitas y un postrero y prestigioso puesto de maestro de música en la Sainte-Chapelle de la corte dieron lugar a una importantísima obra que ha venido siendo con justicia exhumada gracias a los esfuerzos, a partir de la década de 1980, de un director norteamericano radicado en Francia que, más que ningún otro, ha venido demostrando con sus interpretaciones que la música de Charpentier merece un lugar destacadísimo dentro de ese período al cual llamamos “barroco”. Con ustedes el señor William Christie, quien junto a su ensamble Les Arts Florissants nos trae un número de la ópera homónima :






Si bien la importancia histórica de Charpentier radica principalmente en su producción de música religiosa, de una calidad excepcional, vale la pena conocer su producción operística, de la cual “Les Arts Florissants” es un magnífico ejemplo. Compuesta en 1685 para ser interpretada en la residencia de su patrona, la duquesa de Guise, la trama pone en escena la habitual profusión de motivos mitológicos, tan caros al afecto barroco, entremezclados con exhaltaciones al reinado de Luis XIV, una práctica casi obligada para una obra compuesta en ese contexto cultural.
La Chaconne, una melodía excepcional con un bajo que se repite continuamente de manera casi imperceptible, es el número que elegimos para representar en nuestra columna las extraordinarias dotes expresivas de este gran compositor, una de las figuras más interesantes del siglo XVII en Francia :






Como siempre, esperamos que disfruten del material. ¡Hasta la próxima!

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