Franz Joseph Haydn (1732 – 1809)
La opinión popular - suponiendo que exista tal cosa en el ámbito de la música “clásica”- ha querido asignar a Haydn una importancia histórica infinitamente menor a la de su colega y amigo W. A. Mozart. Sin embargo, ambos nombres - junto con Beethoven, que abre las puertas del Romanticismo - representan la cima del Clasicismo, ese período de la música europea que abarca la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos del XIX). Si Mozart desplegó sus talentos en un corto tiempo (35 años), Haydn tuvo una vida larga y fructífera para ir desarrollándose. En la cortina de nuestra columna escuchamos el tercer movimiento de la sonata para piano Xob XVI, nº 34, una de las 47 obras de este género que escribió este grandísimo compositor :
Si hablamos de sus 106 sinfonías, 68 cuartetos de cuerdas, 47 sonatas para piano y 24 óperas, entre infinidad de otras obras – de hecho, no puede contabilizarse con precisión cuanta música escribió este hombre -, hablamos no sólo de cantidad sino de calidad. Es la obra de un músico que, según sus propias palabras, tuvo las mejores condiciones para desarrollar su arte : casi 30 años al servicio de un príncipe que puso a su disposición una orquesta y un conjunto de cantantes para experimentar cuanto él quisiera. Para la época en que muere Nicolás Esterházy, su patrón, y Haydn se independiza de la vida palaciega que llevó durante décadas, ya era prácticamente el compositor más famoso de Europa. El primer movimiento de su sinfonía nº 45, escrita en 1772, no da una buena idea del dominio de la composición que llegó a alcanzar Haydn durante su extraordinaria carrera:
Los dejamos con una de las glorias del clasicismo musical, esperamos que lo hayan disfrutado. ¡Hasta la próxima!
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