Por Laura Giussani
Hoy, mientras en la Plaza de Mayo se celebra el fin de la monarquía Española por estas tierras (una manito nos dio Napoleón, pero, enhorabuena, quedamos sin rey ni reino), nosotros le mandamos un gran abrazo a Quino que ha conquistado a la monarquía española! Jo tendrá una ceremonia oficial en Oviedo, capital del principado de Asturias, en donde estarán figurones de todo el país, incluidos el Principe de Asturias y su madre, la Reina Sofía.
Le darán 50.000 euros y una escultura diseñada por Joan Miró. Una minucia al lado de todo lo que nos sacaron, pero por algo se empieza.
Sería lindo leer una viñeta de Quino sobre semejante curiosidad. Qué pensaría Mafalda con esa reina dándole un premio!
Igual, me puse a buscar los orígenes de Mafalda y miren de lo que me vengo a enterar: existió una Infanta Mafalda, una princesa española (nacida en 1191 y muerta en 1204), la Infanta de Castilla. Alguien le preguntó alguna vez a Quino porqué se llama así, qué nombre es ese? Alguno conoce una Mafalda real? Por el momento, la primera que me apareció fuera de los dibujitos es esta Infanta de Castilla.
Lo curioso del asunto es que esta princesa se murió a los 13 años, poco antes de casarse (si Mafalda tenía más o menos mi edad, dejó de publicarse cuando tenía 13 años, vaya coincidencia)
No se saben muy bien dónde están los restos de la pequeña Mafalda, pero en la catedral de Salamanca, un poco escondidita, se puede encontrar esta inscripción que dice: “Aquí yace Doña Mafalda, hija de Alfonso VIII y de la Reina Doña Leonor y hermana de Doña Berenguela, finó en Salamanca por casar, en 1204.”
Sin embargo, pudo comprobarse que eso no es cierto. Los huesos de la Infanta de Castilla, la pequeña Mafalda, se encontraron en una Iglesia de Burgos.
En fin, todos sabemos que eso no es cierto. Que Mafalda vive, y es argentina, del barrio de San Telmo, y continúa sentadita en un banco en Chile y Balcarce.
Pero dejemos a Mafalda y sus reyes, hoy inclinados ante un dibujito porteño, para dedicarle un minuto de palabras, y no de silencio, al buen Arturo Jauretche, que hace 40 años murió por algo tan banal como un escape de monóxido de carbono. Una estufa. Un descuido, se llevó a uno de los intelectuales de más impacto del siglo pasado. Y a un luchador incansable.
Don Arturo naciò en Lincoln el 13 de noviembre de 1901 y murió el 25 de mayo de 1974.
Militante radical, se aleja de ese partido para fundar Forja (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) junto a Homero Manzi, Raúl Scalabrini Ortíz y otros. Creadores de lo que se dio en llamar el “pensamiento nacional”, vertiente popular en contra de un nacionalismo conservador. Luchó contra el golpe de Uriburu, fue preso, y allí escribió su primer libro, Paso de los libres, curiosamente prologado por el joven Jorge Luis Borges. Fue funcionario de Perón y después de la Libertadora se exilió en Montevideo.
Los de nuestra generación le debemos toda una formación, que incluyó la invención de algunas palabras: “vendepatria”, “tilinguería”, “cipayismo”. Y la idea del Medio Pelo.
En 1959 Jauretche publicó Política Nacional y Revisionismo Histórico, en 1962 apareció Forja y la Década Infame, dos años más tarde Filo, contrafilo y punta, y en 1966 El medio pelo en la sociedad argentina (qué buen titulero!). Participó de modo activo en la CGT de los Argentinos. En 1968 publica su Manual de zonceras argentinas, en donde considera que Sarmiento inventó algunas frases, como “Civilización o Barbarie” que son “la madre que las parió a todas las zonceras” En 1972 publica De memoria. Pantalones cortos. Era el primer tomo de una trilogía inconclusa. Casi todos sus libros pueden encontrarse en librerías de usados por un precio accesible.
Su pensamiento no ha perdido actualidad: "Grupos capitalistas tienen en sus manos la universidad, la escuela, el libro, el periodismo y la radiotelefonía. No necesitan recurrir a la violencia para reprimir los estados de conciencia que le son inconvenientes. Les basta con impedir que ellos se formen".
También los artículos que publicó en varios medios fueron una forma de difundir su ideario con un lenguaje llano y popular.
Nota para Confirmado: 1966. El Tilingo
“Usted lo conoce al tilingo. Y si no lo conoce, ahí lo tiene al lado, en esta mesa de un café céntrico donde se han sentado cuatro o cinco tipos con portafolios.
Algún día habrá que escribir la historia del hombre del portafolio. Hubo la etapa de la posguerra con los "ingenieri" italianos recién llegados que escondían bajo el cuero -con una sugestión de planos y patentes de invención- el sandwich de milanesa del almuerzo. Ahora es posible que el portafolio contenga la cuarenta y cinco persuasiva, o la concluyente tartamuda portátil.
Pero esos que están en la mesa de al lado sólo llevan allí sueños, proyectos, hipotéticas transacciones. Andan a la búsqueda de enganchar algo, intermediar en alguna operación cualquiera para ganar una comisión, y muchas veces intermediando entre intermediarios. Generalmente se ayudan con el teléfono de un amigo que tiene escritorio y al que han pedido permiso para que les "dejen dicho". Ese teléfono, la mesa del café y el portafolio constituyen su establecimiento comercial.
Mientras llega "el asunto”, hablan de fútbol, de carreras, de política, de economía.
Cuando tocan estos dos temas últimos, nunca faltará quien diga: "Lo que pasa es que los obreros no producen". Ahí está el tilingo.”
Como ven amigos, tilingos sigue habiendo por todos lados.
Hoy recomendamos, pues, la obra de Jauretche, que puede encontrarse en varias librerías de libros usados, porque en ellas han abrevado varias generaciones.
Y antes de despedirme, otro recuerdo para aquel gran escritor que fue Haroldo Conti, quien nació el 25 de mayo de 1925 en Chacabuco, provincia de Buenos Aires. Fue maestro rural, actor, director teatral aficionado, seminarista, empresario de transportes, piloto civil, profesor de filosofía. Fue secuestrado por la dictadura cívico-militar el 4 de mayo de 1976.
A revolver en librerías de viejos en busca del Manual de Zonceras Argentinas de Jauretche, o Sudestada, de Haroldo Conti.
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