Béla Bartók (Hungría, 1881-1945)
Uno de los grandes compositores
de la primera mitad del siglo XX, el interés de Bartók por la música folklórica
de su país (y también de los países eslavos, Turquía y el norte de África) lo
lleva a encarar una serie de trabajos pioneros en el ámbito de la
etnomusicología. Para ello se dedicó en diversos períodos de su vida a viajar,
recolectar, grabar (con un fonógrafo portátil, imagínense), transcribir y
clasificar una enorme cantidad de melodías populares recolectadas in situ. La
fuerza extraordinaria de su música (tomada como modelo e imitada hasta la
saciedad a posteriori) sintetiza la expresividad del folklore eslavo con la
sofisticación técnica de la herencia clásica occidental. Precisamente en
relación al dominio técnico que Bartók demuestra en cada una de sus obras, es
interesante hacer notar que su autor no quiso en ningún momento hacer
referencia a sus métodos compositivos (a diferencia de otro pope del siglo XX
como Olivier Messiaen, que escribe una “Técnica de mi lenguaje musical”). Tan
lejos llegó su actitud religiosa – por llamarla de algún modo - con respecto a la
composición, que aún exiliado en sus últimos años en Estados Unidos, en plena
segunda guerra mundial, rechazó dos importantes ofertas para enseñar
composición que hubieran mejorado sensiblemente su situación económica. La
actividad como intérprete y docente de piano representó en todo caso la fuente
de ingresos más estable a lo largo de la carrera profesional del que fue sin
dudas uno de los compositores europeos más influyentes del siglo pasado.
En la cortina escuchamos el primer movimiento de la Suite de Danzas de 1923 para orquesta. En el enlace de arriba pueden escuchar a la orquesta Sächsische Staatskapelle Dresden,
con Bernard Haitink como director,
interpretando la obra completa.
Las Escenas de la Aldeapara orquesta, solistas y coro, de 1926, son tres obras que Bartók extrae y
adapta de un ciclo anterior de piezas para voz y piano basadas en canciones
folkóricas eslovacas. Escuchen con atención la excelente combinación del
material rural con la orquestación llena de toques ácidos.
Esperamos que les haya gustado. En la próxima columna nos vamos para atrás en el tiempo, hacia el siglo XIX. ¡Hasta la próxima!
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