El miércoles 18 de junio nos dejó Rodolfo Mattarollo. Se fue sin aviso previo, luego de que el corazón le fallara durante una operación. De él todos conocen su labor como abogado de presos políticos, fundador de la CADHU –Comisión Argentina por los Derechos Humanos- y muchos más cargos que lo honraron en la Secretaría de Derechos Humanos o la Unasur. Pero este hombre de aspecto atildado, riguroso y diplomático, escondía una cultura refinada que dejó entrever en algunos libros. A ese Rodolfo Mattarollo, al escritor, poeta y periodista, rendimos homenaje hoy en esta columna.
En 1969 escribió su primer libro: “El mundo de Haroldo Conti”, todo un precursor en reconocer el valor que tenía Conti antes de que muchos otros lo descubrieran, también compiló un libro de poesías africanas. Cuando volvió al país dirigió el suplemento cultural del diario Sur, Las Palabras y las Cosas, y en 1990 publicó un libro de poemas y textos: El violín se toca con la izquierda. Hace poco publicó: “Otros tiempos. Relatos. Poemas. Testimonios.” Antes de morir estaba trabajando en un nuevo libro.
Pero me gustaría detenerme en una de sus obras más emblemáticas: “Lección de tinieblas. Una historia de aprendizaje” ed. Al Margen, 2010. Su título, Lección de Tinieblas, evoca el nombre de un género musical litúrgico, en boga en el siglo XVII, que se tocaba durante la Semana Santa, los días miércoles jueves y viernes, cuando Cristo estaba aún muerto y el mundo sin redentor. No es casualidad que quien pasó los oscuros años de la dictadura, melómano incurable, cuyo primer instrumento en la infancia fue el violín, lo haya elegido como guiño para un lector avezado. El aprendizaje del que se trata, seguramente, será aquel que nos ayuda a resistir en esos días oscuros conscientes de que vendrán tiempos mejores. Según sus palabras, Lección de tinieblas, es: “un libro de ficción pero veladamente autobiográfico y miscelánico”.
A lo largo de 220 páginas podemos entrever quienes ayudaron a este personaje en su aprendizaje. Hay menciones a Proust, Chateaubriand, Cortázar o Rousseau, entremezclados con Schumann, Francois Couperin, Schubert, Mendelssohn, Bach, Wagner, Mahler o Beethoven. Beethoven, cuya música “nos acompañará hasta la tumba.
A pesar de recorrer las tinieblas de este mundo de fantasmas y desaparecidos, de NN y huesos que hablan, de Auschwits y Esmas, Mattarollo, en un tramo del texto revela que sí, que siempre hay redención. Dice:
Por corta que sea nuestra vida,
por momentos entrevemos una eternidad
y dan ganas de hundirse en ese abismo
en cuyo fondo puede haber un intenso lago
transparente de esperanza
indestructible pese a todo.
por momentos entrevemos una eternidad
y dan ganas de hundirse en ese abismo
en cuyo fondo puede haber un intenso lago
transparente de esperanza
indestructible pese a todo.
Dejo a cargo del crítico Mario Goloboff el análisis de esta obra. En una crítica de Radar del año 2010, afirma: “Cuando comencé a leer este libro me invadieron el ritmo de su prosa y luego el de sus versos, la precisión y el ajuste de la sintaxis, la caída exacta de la frase, el tono quedo del narrar. Esa impresión se confirmó a medida que iba avanzando y hasta el final del libro: había un oído musical que bajaba, por la mano, a las palabras que escribía.”
Hoy los invito a buscar este libro, a revolver las librerías de “viejos”, seguramente podrán encontrarlo a un precio accesible. Leer no es caro si uno está dispuesto a ir tras este tipo de tesoros escondidos.
Es posible que Rodolfo Mattarollo haya caído alguna vez en el abismo pero siempre encontró un lago de esperanza. El martes, amigos, compañeros, y familiares, esparcirán sus cenizas en el Parque de la Memoria. Seguramente Beethoven estará acompañándolo.
Intrigas en el lejano Oriente
Con relación a las últimas novedades, les traje algunos libros de regalo.
“Snowden. Sin un lugar donde esconderse”, de Glen Greenwald, periodista norteamericano radicado en Brasil, que consiguió la primicia de entrevistar en Hong Kong al agente de la CIA que hizo públicos cantidad de documentos secretos en donde se demuestra el control absoluto que tienen los servicios de inteligencia sobre nuestra vida privada. No apto para paranoicos
Greenwald no se destaca por su labor estilística o ritmo narrativo, más bien impacta por la información que da, el mundo que nos revela. Existe gente dispuesta a dar su vida por la cuarta enmienda de la constitución de Estados Unidos que defiende la privacidad de las personas. Atrás quedó la lucha de clase, estamos en el siglo XXI, y un grupo de ciberrevolucionarios luchan en contra del espionaje estatal. La realidad que muestra parece una crónica de 1984 o el Gran Hermano, un mundo inventado por Orwell, con esas logias que surgían para defender la existencia del libro, por ejemplo. Aporta, además, buena información sobre como encriptar nuestros mensaje para eludir el control.
“El Enigma de China”, de Qiu Xiaolong. Típica novela negra al estilo de las norteamericanas pero escrita por un chino. Presenta la curiosidad de que la intriga se desarrolla en Shangai y no en San Francisco, Nueva York o Los Angeles. La cultura oriental se cuela en la trama, es el Partido Comunista quien encarga al inspector Chen Cao averiguar la causa de muerte de un hombre y lo impulsa a explicar que se suicidó.
Los chinos vinieron por todo, atrás quedó Phillip Marlowe, ahora hace furor la saga del nuevo héroe de la novela policial: el policía Chen Cao.
Para los amantes del género, podrán mantener la respiración en busca del culpable y conocer un mundo de paisajes, comidas y nombres exóticos, en donde puede llegar a aparecer alguna mención a Confucio.
…………….
Y por último, mantenemos nuestra campaña: Hay que leer desde la cuna, y les ofrecemos un nuevo libro de la editorial Abran Cancha. “Animo, Animales” de Walter P. Posser.
Espero que los afortunados que se llevan los libros de hoy los disfruten.
Nos vemos el próximo domingo.
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