Por Laura Giussani, 1 de junio de 2014
Hace veinte años, el 30 de mayo de 1994, moría el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti en el exilio. En 1975 debió partir a España después de estar tres meses encerrado en un psiquiátrico porque a Bordaberry no le gustó la recopilación “Tiempo de Abrazar”. Fueron cinco los periodistas de la revista Marcha detenidos en la misma redacción bajo una acusación insólita: pornografía.
Juan Carlos Onetti Borges nació en Montevideo un 1° de julio de 1909.
Fue un escritor de las dos orillas. A partir de los años 30 vivirá en Buenos Aires o en Montevideo de manera alternativa. Aquí trabajando en La prensa y la Nación, allá como secretario de redacción de Marcha, semanario de izquierda.
Primera novela: El Pozo. El título ya indica que su prosa no se detendrá en frivolidades. Le siguen: Tierra de nadie; Para esta noche (1943); y en el 50 la nouvelle La vida breve en donde funda la ciudad de Santa María. Que reaparecerá en El astillero (1961) y Juntacadáveres(1964). Su trilogía más famosa.
Se ha dicho de él que es uno de los creadores de la nueva novela latinoamericana.
Un escritor de culto, con una hermosa musicalidad en su narrativa, que reproduce la vida de los hombres del río de la Plata, Santa María está al borde del río,nadie sabe bien de qué lado, no es una ciudad grande como Buenos Aires o Montevideo, pero podemos decir que es un escritor orillero, melancólico, sin subterfugios.
Dejemos a los que saben definir su prosa. Dice Saer: “Onetti enarbola con virtuosismo y rigor una bandera que, desde Cervantes, desde Calderón de la Barca, tal vez había dejado de flamear en los campos del relato, por lo menos en idioma castellano la de la realidad de la ficción. Como los personajes de Arlt, los de Onetti inducen el mal con la clásica provocación desgarrada de los moralistas y como Faulkner, Onetti crea su propio territorio imaginario”. El de Faulkner se llamará Yoknapatawha. Santa María el de Onetti.
Un tipo ácido por definición (pasó sus últimos años en la cama, con sus cigarrillos, mucho whisky y novelas policiales). Cuando ganó el premio Cervantes, creo que en 1980, le preguntaron qué significaba para él ese galardón y contestó simplemente: “Diez millones de pesetas”. La respuesta recibió varias críticas. No le interesaban los premios ni las tertulias literarias. “Yo sé como escribo”.
Quizás pueda representar su espíritu, la frase que de presentación para su libro “Cuando ya no importe”: “Serán procesados quienes intenten encontrar una finalidad a este relato; serán desterrados quienes intenten sacar del mismo una enseñanza moral; serán fusilados quienes intenten descrubrir en él una intriga novelesca”.
Aquellos que pretendan incursionar en la vida de Juan Carlos Onetti podrán hacerlo a través de “Construcción de la Noche. La vida de Juan Carlos Onetti”, de Carlos María Domínguez, reeditado por Lumen el año pasado. Allí podrán encontrar la obra de Onetti, no solo sus libros, porque la obra de todo autor y de toda persona es su propia vida. Comprenderán por qué Larsen es su personaje favorito, aquel que volvió a Santa María luego de que Onetti recorriera un astillero desvencijado de Dock Sud. Andaba escribiendo otra cosa pero no hubo caso. Tuvo que escribir “El Astillero”. Allí resucitó Larsen junto al paisaje de Santa María.
Dicho sea de paso, Carlos María Domínguez también es uno de los mejores novelistas de las dosorillas. Nació en Buenos Aires (en el 55) y se fue a Montevideo cuando asumió Menem. Amigo entrañable de María Esther Gilio (con quien escribió la primera versión de la vida de Onetti, incluyendo las magníficas entrevistas de MaríaEsther, maestra en el arte del diálogo, fallecida hace un par de años).
Caros María Domínguez -a no confundir con Claudio, el chico genio de Odol Pregunta y ahora maestro de la autoayuda- es reconocido internacionalmente, y en Uruguay, como uno delos grandes escritores latinoamericanos del momento. En Argentina, mucho no se lo conoce. Recomiendo con énfasis La Casa de Papel (traducida en más de 20 idiomas) y Tres muescas en mi carabina, que reconstruye la vida de un personaje emblemático, la dueña de la Isla Juncal, Doña Julia. Ahí, por donde cayó el avión de Bonomi. Misterioso paisaje en donde comienza el Delta del Río de la Plata y donde alguna vez plantó bandera doña Julia, dueña del contrabando hacia la argentina de objetos variados y de nazis en busca de refugio que se detenían en Carmelo. Un ícono del río, que todo pescador conoce y que supo conocer también Haroldo Conti.
Por esa novela Carlos María Domínguez obtuvo el Premio de la Embajada de España en homenaje,justamente, a Juan Carlos Onetti.
Hoy recomendamos, entonces, a dos autores característicos del río de La Plata. Onetti, cuyos libros pueden encontrarse en librerías de viejos y de saldos –no siempre leer es algo caro, los clásicos, por suerte,cuestan poco- en especialmente: La vida breve, El astillero y juntacadáveres. Y dos novelas de Carlos María Domínguez:Tres muescas en mi carabina y La Casa de Papel. Junto a la biografía, claro, de Onetti: “La construcción de la noche”. Libro elegido para regalar hoy a nuestros oyentes.
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