
En busca del huevo de la serpiente, por Laura Giussani Constenla.
Antes de ir al libro de hoy, tres breves menciones. -Esta semana se entregaron los premios Konex, transmitidos en directo por C5N. Daba un poco de “cosa” ver a nuestros mayores escritores en un escenario holiwoodense, participando de “ternas” al estilo Martín Fierro, y agradeciendo a sus maridos, madres y amigos. Si el medio es el mensaje, el mensaje no me gustó. Igual, los premiados eran dignos de cualquier distinción, pudimos ver a los queridos Horacio González y Guillermo Saccomano, entre otros,pero la fundación Konex les podría haber ahorrado este bochorno de acto. -En la punta de los Best Sellers apareció Fernández Díaz con una novela de espionaje, El Puñal. Leo en Ñ: “Ella (la protagonista) tiene algo de Cristina”, cuenta Fernández Díaz, es seria, dominante, usa los mismos cosméticos y su carta natal se parece a la de Cristina”. Muchachos, dejen de vender libros publicitándolos con la presidenta! -También tuvimos el premio Clarín, por primera vez lo ganó un colombiano, Daniel Ferreira, con “La Rebelión de los oficios”. Reconstruye la historia de un pueblo colombiano en los inicios de los 70. Una mujer que ocupa las tierras, un periodista que toma las armas, un terrateniente en decadencia, son los protagonistas de esta novela que pretende buscar el huevo de la serpiente de la violencia en su país. Simpático Daniel Ferreira, dice que para escribir su novela consulta al I Ching. Ya la leeremos, por ahora, sé solo eso. Ahora sí, vayamos a lo nuestro. La columna de hoy está dedicada a un libro que realmente me impactó por su prosa exquisita y el esfuerzo de unir información con un estilo narrativo digno de una buena novela. Son solo cien páginas de un relato atrapante. También está ubicado en los años setenta y anda detrás del huevo de la serpiente. El escenario es Córdoba, más específicamente un pueblo: Villa Allende. Protagonistas de la historia: una familia, él médico, ella profesora, la Nona, dueña del cine del pueblo, y los chicos que crecían entre bambalinas. Todos envueltos en tiempos de Cordobazo, de la revolución al alcance de la mano. Hijos de inmigrantes, hijos de hijos de raigambre socialista. Porque todos somos hijos, y la historia no empieza con los hijos de hoy. Venimos de algún lado. Y son esos orígenes los que están maravillosamente contados en este texto, de poco más de cien páginas, que tiene también otro protagonista: Agustín Tosco. Sí, estoy hablando de “Como un pájaro ardiente. Agustín Tosco sobrevuela las luchas obreras”, de Eric Domergue. A veces la sola mención de Tosco y el movimiento obrero puede opacar algo fundamental: el escritor. Y no es un dato menor. Porque de Tosco y de la lucha en argentina podemos encontrar mil referencias, pero este libro es único y especial porque lo escribió,justamente, Eric Domergue. No quiero imaginar lo que le costó encontrar el tono del relato. Con la sabiduría de un jardinero consiguió sacar toda la maleza y dejarla esencia. Nada ensucia el texto. Se cuidó, incluso, de abarrotarnos de información.
Encuentra la sencillez de lo esencial: “La radio es un remolino de palabras”, dice, y con solo siete palabras claras y sencillas comprendemos todo. La información está, pero narrada. Lograr que los personajes hablen sin poner comillas no es algo fácil. Acá no hay ni siquiera comillas que ensucien o distraigan. Conociéndolo a Eric, un obsesivo por naturaleza, que seguramente tenía un archivo de centenares de páginas con declaraciones,testimonios, citas varias, transformarlas en una historia casi mínima debe haber sido una tarea titánica. Los lectores agradecidos. Quiero resaltar el estilo narrativo del libro porque presentarlo simplemente como un libro sobre Tosco es reductivo. Está Tosco, el Tosco público y el Tosco íntimo. Tosco en la calle, en las reuniones, en las celdas, en Chile con Allende, en Trelew el día de la masacre. Tosco agonizando. Un Tosco desconocido, con anécdotas nunca antes contadas. Pero la presentación editorial de (Amauta insurgente, Yulca y La llamarada) puede mover a engaño. Hay que superar esas primeras páginas en las que los editores intentan explicar las razones del libro, con un lenguaje declamatorio que casi contradice el aire que Eric consiguió darle al texto. No es simplemente un libro militante. Logra evitar lo panfletario y en eso reside uno de sus méritos. La descripción pormenorizada de la familia Habichayn, principal fuente del libro y tan protagonistas como Tosco, es una maravilla que por momentos tiene el encanto de un Cinema Paradiso. “En Villa Allende, la casa de la Nona y el cine forman una L, el cine con entrada por la avenida Roca y la casa por la calle perpendicular, Avellaneda. Ambas construcciones comunican por detrás de la pantalla; basta con descorrer una cortina disimulada a un costado para acceder a la puerta que da a la vivienda. Veru desde muy niña se mueve en los pasadizos del cine como adulta, se siente dueña de los espacios prohibidos para el común de los mortales. Con renovada fascinación se desliza detrás d ela pantalla, sedetiene un instante para observar la gigantesca imagen invertida y entonces sí ingresa a lo de su abuela a tomar agua, comer gelatina, ir al baño, y luego regresar a la sala. Poco importa perderse algo de la película, ella puede verla y reverla cuantas veces la pasen, al derecho y al revés”. Ese cine tenía una suerte de entretecho en donde los compañeros de Luz y Fuerza, y el Turco, el médico Habichayn, amigo de Tosco,escondía el material necesario (dejamos Cinema Paradiso, ahora estamos en Bastardos sin Gloria). Nosotros, como Veru, estamos viendo y reviendo la película de nuestra historia. Al derecho y al revés. Y esta película tiene un buen director. Si con su primer libro, Huesos Desnudos, Eric Domergue asomaba como un escritor prometedor. Con este segundo relato podemos afirmar: señores, tenemos en el control, gastando sus neuronas en que yo no me pase dos minutos para que pueda entrar la tanda y después la entrevista, a un gran escritor. Esperamos el próximo. Por último. Agradezco los libros recibidos. No sé por dónde empezar a leer, todos me seducen: Bravas, de María Seoane (en el que aparezco en los agradecimientos y sinceramente ignoro el motivo pero se agradece el agradecimiento,María); La Amargura Metódica de Christian Ferrer, sobre Ezequiel Martínez Estrada, un tipo que me encanta como piensa y escribe; e Instantáneas de la Memoria, de Jordana Blejmar y otros. Después les cuento. De regalo, el último libro de Gioconda Belli, escritora nicaragüense que en los años setenta formó parte del Frente Sandinista de Liberación, vivió la clandestinidad y la persecución somocista, fue correo clandestino y miembro de la comisión político-diplomática del FSLN. Luego se dedicó a las letras. Obtuvo todos los premios habidos y por haber, y ahora está lanzando esta última novela: “El intenso calor de la luna”. No sé qué le pasó, pero de pronto le saltó CorínTellado. Un romance entre una mujer aristócrata de cincuenta y un muchacho obrero. Escrito de un modo bastante básico. En fin, ustedes dirán. Siempre es Gioconda Belli, así que pueden leerla y hacer su propio juicio.
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